

Arquitectura y Salud
Un espacio saludable es aquel que tiene un equilibrio iónico con ventilación e iluminación naturales | su temperatura interior, humedad y acústica son confortables | no está expuesto a emisiones contaminantes de origen físico, químico ni biológico | sus instalaciones no emiten radiación electromagnética | y no recibe radiación externa, ya sea radiactividad natural o campos electromagnéticos de fuentes artificiales.
Paradójicamente la vorágine del desarrollo de la tecnología y su consecuente alto uso de dispositivos “inteligentes” (además de los ya indispensables aparatos electrodomésticos comunes), provoca que los requerimientos necesarios de energía para hacerlos funcionar sean cada vez más invasivos en la vida diaria y en los espacios de trabajo y descanso. Es decir, la infraestructura necesaria para energizarlos y comunicarlos, como redes eléctricas de distribución y antenas repetidoras, son fuentes de radiación eléctrica y electromagnética que, de manera invisible, pero efectiva, contaminan el medio ambiente y el entorno humano. Si a esto le adicionamos que el propio entorno natural aporta elementos como alteraciones geofísicas, desequilibrio iónico, materiales de construcción con alta concentración de radionucleidos, etc., que de igual manera pueden ser altamente dañinos, resulta entonces urgente que los arquitectos analicen e integren desde el proceso de diseño estas condicionantes para promover verdaderamente espacios saludables.
Un espacio saludable es aquel que tiene un equilibrio iónico con ventilación e iluminación naturales | su temperatura interior, humedad y acústica son confortables | no está expuesto a emisiones contaminantes de origen físico, químico ni biológico | sus instalaciones no emiten radiación electromagnética | y no recibe radiación externa, ya sea radiactividad natural o campos electromagnéticos de fuentes artificiales.
El diseño arquitectónico no debe ser sólo un ordenador del espacio y promotor de sensaciones de belleza y buen gusto, debe ser preponderantemente una herramienta fáctica de salud. Es responsabilidad ética de los arquitectos promover más el estudio previo de las energías que emanan de la tierra y de las radiaciones generadas por la actividad Humana, el nuevo compromiso debería ser evitar conscientemente diseñar y construir edificaciones que enferman.